El primer fósil de un ejemplar de surubí (Pseudoplatystoma) que habitó la prehistoria de nuestro país, fue hallado en las barrancas del río Carcarañá, en un tramo que pasa por el distrito de Oliveros, provincia de Santa Fe, cerca de su desembocadura en el río Paraná. Esta pieza permitirá ahora inferir condiciones climáticas pasadas y conocer la evolución de las especies de nuestros ríos a lo largo del tiempo.
El descubrimiento se produjo por la contribución paleontológica que une al grupo de investigación dirigido por el Dr. Luciano Brambilla, de la Universidad Nacional de Rosario y al equipo del Museo Paleontológico de San Pedro. En el marco de esta tarea de cooperación conjunta se logró recuperar el cráneo parcial de un siluriforme que aún no ha sido identificado a nivel de especie, además de piezas dentales, maxilares y escamas muy bien preservadas de un dorado fósil.
El material corresponde a la porción anterior del techo del cráneo (neurocráneo) y posee una longitud de 17 cm y un ancho de 6 cm. Se infiere que el tamaño del animal al que perteneció podría equivaler al de un surubí actual de entre 10 a 15 kilos.
“Lo interesante de este hallazgo, es que la existencia de este género sólo se había registrado durante el Holoceno, período que comprende los últimos 10.000 años. Aunque, en realidad, los materiales más antiguos conocidos, ni siquiera llegan a esa antigüedad, ya que los más viejos rondan los 4.000 años. Y en algunos casos, restos de estos peces fueron hallados asociados a restos de actividad humana (arqueológicos) pero de sólo unos pocos cientos de años. Este cráneo tiene una antigüedad que se ubicaría entre los 50.000 a 100.000 años. Eso lo ubicaría en el Pleistoceno, época anterior al Holoceno”, resume José Luis Aguilar, fundador del Museo Paleontológico de San Pedro.
En los sedimentos presentes en la zona, al igual que en el resto de la región pampeana, los restos de peces son extremadamente escasos, debido a que generalmente poseen huesos cartilaginosos o de baja consistencia, lo que hace muy difícil su preservación en el tiempo.
La pieza fue encontrada en sedimentos de origen fluvial, de color marrón rojizos, arenosos, con presencia de mica, que han quedado expuestos por la erosión natural del río Carcarañá. Este fósil apareció junto a restos de otros peces, además de partes de la coraza ventral de una tortuga de agua dulce. Esta asociación permitiría suponer que se trata de un sector de depósito de un antiguo cauce de río.
Fuente: Clarín
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