Mary y Jai decidieron empezar de cero, lejos de su tierra natal. El hostil clima político y económico que se vive en Venezuela terminó por empujarlas a tomar una decisión de la que no se arrepienten. Ambas son profesionales, oriundas de la ciudad de Maracaibo, pero vendieron todo y dejaron su patria. Mientras buscan trabajo, se mantienen vendiendo ensaladas en Maciel, donde viven desde hace un mes.
“Emigramos de Venezuela por la situación económica y por la inseguridad, son los dos factores principales”, comienza diciendo Mary, de 36 años y odontóloga de profesión, en la entrevista que ambas jóvenes dieron a Info Más.
Jai tiene 39 años, es especialista en marketing y comunicación, fue comerciante también, y coincidió en el diagnóstico de su compañera. En ese sentido expresó: “Antes teníamos una alacena llena de alimentos, variedades de salsas, pero el nivel de vida bajó bruscamente en los últimos años”.
Luego de un viaje de más de cuatro días, que incluyó transportes terrestres y aéreos por Venezuela, Guayana, Brasil y Argentina, desembarcaron en Maciel. “El venirnos a este pueblo tiene que ver con que tengo familiares aquí, mi prima Gisella, y ella nos abrió las puertas para radicarnos. Nosotras no la estábamos pasando tan mal, pero ya ningún sueldo alcanza para nada en Venezuela”, relató Mary.
Actualmente, las mujeres viven en una casa donde no pagan alquiler y se sostienen con la producción y venta de ensaladas preparadas en bandejas, que venden en comercios de Maciel, principalmente en carnicerías.
Para Mary, la situación en Venezuela no parece tener solución al corto plazo. “Con 18 pesos aquí en Argentina se compra un kilo de arroz, allí cuesta lo mismo al cambio, 20 mil bolívares, pero allá necesitamos 15 días para juntar ese dinero. Los autos en Venezuela circulan sin ruedas de repuesto porque, las que se consiguen, son muy caras. Lo mismo pasa con los medicamentos”, contó.
“Cada día que vemos las noticias a través de redes sociales nos vamos enterando de más cosas que van pasando. Nosotras mismas que venimos de esa realidad nos sorprendemos viendo lo que pasa. Sentimos tristeza, impotencia. Dan ganas de llorar porque dejamos allá a nuestras familias”, manifestó Jai, quien aún confía en poder lograr que su padre también viaje a Argentina.
Sin embargo, se han encontrado con la hospitalidad de este país y de un pueblo que de a poco las va integrando a su vida diaria. “Las personas aquí todos nos han recibido super bien. La gente se interesa y nos pregunta por Venezuela”, afirmaron las jóvenes. “Yo veía a los argentinos como sobrados (soberbios), tenía mis reservas, pero me han sorprendido para bien”, reconoció Jai.
Ahora, ambas se concentran en poder conseguir un trabajo y salir adelante. “Nuestra expectativa es radicarnos aquí, poder trabajar y forjar un futuro que nos permita obtener un crédito y pagarlo para tener una casa, un auto”, indicaron y a la vez dejaron en claro su capacidad para aprender y oficiar en diferentes puestos y funciones, desde atención al público o limpieza en un comercio o vivienda, hasta poder trabajar en una empresa ejerciendo sus profesiones.
En cuanto a la situación de su país, las jóvenes han participado de las “Guarimbas”, como se conocen allí a las protestas en las calles en contra del gobierno de Nicolás Maduro, ante una crisis que agobia a la mayor parte de la población y que no tiene solución aparente. “Creo que esto ya amerita una intervención internacional, nos están matando a todos nuestros jóvenes. Las armas las tienen ellos”, deslizó Mary.
“Teníamos cosas materiales que aquí son difíciles de conseguir, vendimos muchas cosas que habíamos logrado con esfuerzo y en la situación en la que estábamos no las íbamos a poder mantener porque las íbamos a tener que vender para comer. En Venezuela todo el mundo estudia, muchos jóvenes se reciben en diferentes carreras, pero están viendo que no tienen futuro laboral porque las empresas cierran”, agregaron.
En el viaje hacia Argentina también se encontraron con muchos compatriotas que dejaban su tierra en busca de un nuevo amanecer. Una pareja joven con un bebé de siete meses, que finalmente se radicaron en la ciudad de Santa Fe, y tantos otros que eligieron la Capital Federal.
Así, mirando de reojo lo que sucede en Venezuela, Mary y Jai ponen sus esperanzas en encontrar en Maciel y la región el futuro que no logran visualizar en su país. Apelando también a la solidaridad de quienes las puedan ayudar a insertarse en el mundo laboral, están dispuestas a trabajar para comenzar a rehacer sus vidas. Quienes quieran contactarlas lo pueden hacer al 3476396697.
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