Por Juan Diego Huerga*
“El único presupuesto bueno es el presupuesto equilibrado”, decía Adam Smith, uno de los padres de la teoría capitalista. Ahora, la pregunta que muchos se hacen es ¿cómo hacer un presupuesto equilibrado cuando las reglas de juego cambian permanentemente?.
Eso mismo se preguntan los presidentes comunales e intendentes de la región, que comenzaron el mes de septiembre más cerca de ser malabaristas de sueldos que dirigentes políticos. Todos, de una u otra forma, en mayor o menor medida, están en problemas.
Las arcas de los pueblos están flacas, ya muestran sus costillas, y los recursos que antes ingresaban, ya no lo hacen. Por el contrario, los gastos se multiplican, las obras se encarecen, el combustible anda por las nubes y la gente se queda sin trabajo en el sector privado. Un cóctel intragable.
Todos los funcionarios reconocen que “los números están en rojo”, y no exageran. A pesar de la reducción de gastos, la baja en las partidas de dinero que llegaban desde Nación y Provincia, ha sido un golpe de knock out.
Hace un año el gobierno de Mauricio Macri decidió eliminar el Fondo Sojero, un impuesto que llegaba directamente a las comunas y era vital. Mientras tanto, la devaluación y la suba del dólar hicieron que las obras y los presupuestos para licitaciones se vuelvan algo inalcanzable.
Ahora se sumó la quita del IVA en alimentos y baja en impuesto a las ganancias, que no impactó del todo en el bolsillo de la gente, pero sí en la baja de la copartipación. Es decir, ese dinero que ya no recauda el estado nacional, no llega más a los pueblos.
Mientras tanto, la provincia de Santa Fe, con buen tino, mantuvo la clásula gatillo para los empleados municipales, pero cargó a la vez la pesada mochila de las comunas, que hoy destinan gran parte de sus recursos al pago de sueldos. Desde los gremios estatales adelantaron que “los salarios son sagrados” y todo se negocia, menos eso.
En sumultáneo, los jefes comunales veían como el índice de morosidad en el pago de la tasa aumentaba y hoy no hay localidad que supere el 30 por ciento de vecinos que la abonen.
Los calificativos los ponen los propios dirigentes. “La situación es delicada”, dijo Sandra Aguirre, primera mandataria de Puerto Gaboto. “Ponemos mucha austeridad e imaginación financiera”, expresó por su parte el interventor de la Comuna de Maciel, Mario Drovetta.
El futuro no es demasiado alentador y en las comunas lo saben. Aquellos que cierran mandatos estiran como pueden cada peso, mientras que aquellos que renuevan no quieren imaginar cómo será diciembre. Todos le tienen temor al último mes del año y la palabra maldita es “aguinaldo”.
A nivel provincial el cambio de color político no cae indiferente. La administración saliente exprimió los recursos y hasta los dirigentes regionales de su mismo riñón ya no encuentran respuestas en los mismos teléfonos donde antes las encontraban.
Son momentos críticos para las comunas y también para las municipalidades. El invierno pasa y la crisis se queda. Diciembre aún queda lejos y en la región las caras de preocupación suben la tensión.
*Periodista de Info Más / Productor de Radio 2 Rosario