Por Fernando Duranti*
La realidad de Totoras no escapa a las del resto de los pueblos y ciudades del departamento Iriondo, en lo que respecta a su salud socioambiental; Comunidades afectadas fuertemente por un sistema productivo basado en la siembra directa de cultivos extensivos, monocultivos de soja mayoritariamente, acompañados de un paquete tecnológico que propone la utilización de semillas transgénicas y agrotóxicos como insumos necesarios para la obtención de excedentes.
Más de 20.000 hectáreas, de las 41.400 que posee el distrito, son destinadas al cultivo de soja y maíz transgénico, con la consabida aplicación de fertilizantes, herbicidas, fungicidas e insecticidas, que este sistema productivo propone.
Según datos a nivel nacional el incremento en el consumo de pesticidas había aumentado 858% en los últimos 22 años hasta el año 2013, mientras que la superficie cultivada había aumentado un 50 % y los rendimientos productivos solo mejoraron un 30%. Son cientos de miles de litros de agrotóxicos que años tras años se vienen asperjando o depositando en los suelos, cursos de agua, el aire y cultivos de los territorios que estamos
habitando.
Para dimensionar la peligrosidad que conllevan estas prácticas basta mencionar que la deriva de una aplicación puede alcanzar valores de hasta 90% del producto arrojado sobre un cultivo, según las condiciones de aplicación, en ese momento o luego de realizada la misma.
Temperaturas, humedades relativas, velocidad de viento, condiciones atmosféricas en estado de reversión térmica, alta radiación solar son las condiciones que favorecen la dispersión a distancia de los venenos. Esta situación nos hace pensar que no hay fumigaciones controlables.
No es de extrañar que hace ya más de 11 años comenzaran a escucharse las primeras voces de vecinxs afectados directamente por fumigaciones cercanas a sus viviendas. En este sentido, los propios estudios del campamento sanitario llevado adelante el año 2012 por el equipo de médicos de la UNR , dieron cuenta en su momento del gravísimo estado de salud de la población afectada por los efectos nocivos de este modelo productivo veneno-dependiente.
En el año 2009 fue sancionada en nuestra ciudad una ordenanza que establecía límite de resguardo a la población de las pulverizaciones terrestres de 500 metros, pero sólo estuvo vigente seis meses y fue sustituida por una nueva ordenanza que sólo establecía un resguardo de 100 metros por las presiones del sector “sojero”. A lo largo de los últimos años se siguieron elaborando ordenanzas cada vez más regresivas e inconstitucionales, agravando de este modo la salud de la población y los ecosistemas naturales.
En Totoras, como en casi todas las localidades del departamento se han constituído organizaciones de vecinxs que luchan por resguardar a centros habitacionales y escuelas rurales de las continuas fumigaciones de las que son víctima. La exigencia de aplicación del principio precautorio por parte del concejo y el municipio para resguardar la salud de la población en una crisis ambiental como la que vivimos fue exigida mediante un amparo colectivo cuyos fallos son favorables para resguardar la salud de nuestro
pueblo. Sin embargo, en nuestra localidad las demandas por un ambiente sano y mayores zonas de resguardo no han sido escuchadas, muy por el contrario estas demandas han sido estigmatizadas y perseguidas por el lobby sojero.
La permeabilidad de los decisores políticos a las propuestas de alternativas productivas agroecológicas que fomentan la producción de alimentos sanos, sin uso de agrotóxicos, es casi nula, existiendo un fuerte lobby agroexportador que impide el fortalecimiento de proyectos que podrían ofrecer salidas a una crisis cada vez más profunda.
La participación activa de la población, instituciones educativas, organizaciones de vecinxs, organizaciones de productorxs en las demandas y exigencias por vivir en un ambiente sano, acceso a alimentos de calidad, producciones locales, soberanía alimentaria, son cada vez más visibles en nuestras zonas. Estos podrían contribuir a la generación de propuestas que comiencen a revertir esta situación que nos afecta ineludiblemente a todxs como especie y a la propia naturaleza de la que también formamos parte.
*Ingeniero Agrónomo – Totoras