Muchos saben de su historia, otros simplemente han escuchado su nombre y otros han tenido la oportunidad de conocerlo. Se trata de la localidad de Oroño, con el Molino San Fernando como su corazón económico, hoy convertido en ruinas y dependiente de la Comuna de Gessler con una historia que comenzó con la familia del ex gobernador de la provincia, Carlos Sylvestre Begnis.
Los restos del Molino y una única vivienda frente a él es lo único que queda actualmente de lo que supo ser uno de los emprendimientos productivos más importantes del departamento San Jerónimo a finales del siglo XIX y principios del XX, logrando atraer a cientos de familias que se instalaron en Oroño.
Desde la ciudad de Coronda, tomando la Ruta 64 y luego de pasar por Larrechea, se encuentra el Molino o mejor dicho, lo que quedó de él en el centro santafesino, luego de que los incendios lo terminaran de destruir y fuera abandonado.
Este 7 de mayo de 2020, se cumplieron 63 años de su desaparición ya que en 1957, con la firma del decreto Nº 04591, la colonia fue suprimida y su administración pasó a estar bajo jurisdicción de la Comuna de Gessler.
Juan Pablo Alarcón, actual presidente de dicha localidad, contó que en el sector algunos de sus vecinos continuaron habitando el lugar. Incluso una mujer mayor, Genoveva Odetti, continuó allí hasta hace 4 años para luego trasladarse a Gessler. De hecho la única casa que queda en pie frente al Molino, es la que ella habitó, reflejó en diálogo con Info Más.
El Molino San Fernando fue abierto por la firma Begnis-Pautasso & Cia, propiedad del abuelo del ex gobernador de la provincia Carlos Sylvestre Begnis. “(La madre de Carlos Sylvestre) Magdalena nació en 1874, un año después de la fundación de Oroño. Además el abuelo -Domingo Begnis- fue Juez de Paz de la localidad y fundador del Molino San Fernando a finales del siglo XIX”, contó tiempo atrás el presidente al medio El Litoral.
“En el año 1877 el pueblo de Oroño contaba con 422 habitantes, y el molino fue el emprendimiento productivo más importante y motor de la economía de la localidad. Por ello cuando el Molino San Fernando cerró, Oroño terminó por desaparecer”, agregó.
Oroño contaba con una escuela primaria, una capilla en honor a San José, el molino y las viviendas de las familias que trabajan en el emprendimiento productivo. Con el paso del tiempo y con sus habitantes fuera de él, el lugar se fue deteriorando dejando una rica historia y un sitio de curiosidad y atractivo turístico único en el Departamento San Jerónimo.
Foto: Maximiliano Nistal
Comentarios sobre post