En el Día Mundial de la Lucha contra el cáncer de mama, una historia de fuerza y superación. La protagonista es Agñel Espíndola, de Maciel, quien pasó por tres operaciones, quimioterapias y sesiones de rayos X, pero pese a todo, se siente bendecida y remarcó: “Agradezco siempre por estar viva”.
La joven macielense tiene actualmente 34 años pero su tormento comenzó a los 26. Sin embargo, una detección temprana fue vital. De chica vio publicaciones sobre el autocontrol que ponía en práctica de vez en cuando, aunque un día descubrió lo inimaginable. “Tenía un bulto en el pecho derecho y desde ahí hasta hoy mi vida cambió”, comenzó a relatar a Info Más.
Como un “sexto sentido” o “presentimiento”, según contó, sus autocontroles la llevaron a descubrir ese bulto que más tarde, pudo saber que se trataba de un tumor maligno: cáncer de mama. En primer lugar acudió a su médico de cabecera, el Dr. Elena, que por ese entonces trabajaba en la Clínica Privada del pueblo. “Me acuerdo que fui sin turno, lo encontré en la cocina y le conté. Me hizo pasar sin hacerme esperar”, recordó.
A través de una ecografía se divisó algo extraño y el profesional recomendó controlarse. “Me dio una serie de análisis y me dijo que si yo sentía algo más antes de estar todos los resultados que lo visitara. Los análisis dieron bien, si bien había un bulto teníamos que ver si cambiaba”.
A los pocos días, ya estaba más grande, representaba dolor y la zona enrojecida, por lo cual, Agñel volvió al médico: “Yo sentía que algo estaba mal”, dijo y su intuición no falló. El mastólogo Luciano Mignini le practicó una biopsia mientras los resultados de los análisis desmejoraron abruptamente. “Se empezó complicar todo rapidísimo”, expresó.
“Luciano me atiende hasta el día de hoy, es una eminencia, caía en las mejores manos”, remarcó. Cuidada por los profesionales en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, el bulto no paró de crecer y ante la gravedad, debieron operar, incluso, sin tratamiento previo.
En el quirófano, los médicos se encontraron con una ingrata sorpresa. “Me operaron para intentar salvar el pecho porque la biopsia dio que el bulto era maligno. Estaba todo dado para que salga todo bien. En la primera cirugía me dijeron que se encontraron con otro tumor atrás del que se veía, entonces tuvieron que programar otra cirugía para poder limpiar bien la zona. A a los 20 días lo hicieron. Me sacaron los dos tumores y el ganglio centinela del brazo derecho porque tenia ganglios negativos”, detalló.
Para ese entonces, la joven era mamá de dos hijos, Martín, que tenía 10 años y Joaquín, de 5. Junto a su esposo Sebastián y el resto de la familia y amigas incondicionales, Agñel enfrentó la quimioterapia durante tres meses. “La droga era muy fuerte, perdí todo el pelo, no me habían quedado ni cejas. Lo pasé bastante bien porque se que hay gente que sufre mucho más. Yo tuve algunas nauseas y dormía mucho”.
Después de eso, fue el turno de los Rayos x. “Viajaba de lunes a viernes al Hospital Centenario, me entendía el oncólogo Cristian Michelli. Después todo desapareció, estaba limpia y empecé a tomar pastillas. Yo no puedo volver a quedar embarazada, no puedo tener cambios hormonales, por eso tampoco tomo anticonceptivos”.
Sin embargo, el cáncer no se detuvo allí. “Hasta el año pasado estaba todo bien, me venia haciendo controles cada seis meses, pero me salió una tomografía rara, me hicieron una biopsia y volvieron a aparecer algunas celulas malignas en el pecho izquierdo. Enseguida me programaron la cirugía y la combatimos con rayos x”, contó.
“Ya estoy bien”, dijo, aunque siempre remarcando la importancia de los controles que mantiene hasta el día de hoy y de por vida. “No tengo células malas pero hay que estar atentos. La realidad es que uno no vive más tranquila. A mi el autocontrol me salvó la vida. Era muy joven y no me hacían mamografía, se recomienda a partir de los 40 años. Yo diría que no es así porque me he encontrado con chicas mucho menores que yo, incluso sin hijos, con tumores en el pecho. Siempre hay que controlarse”, destacó.
Uno de los detalles que recuerda, son las preguntas de los distintos médicos, sobre posibles antecedentes familiares. Sin embargo, no existían de parte de su mamá ni por el lado de la familia de su padre.
“Mi experiencia personal fue y es bravo, se vive con miedo pero saco como muy positivo que a la vida la veo de otra manera, disfruto más de todo, del día a día, de mis hijos, de mis hermanos, de mis amigos, de toda mi familia que siempre me apoyaron, sin ellos no se como la hubiera pasado. Eso es muy importante, apoyarse en la familia y amigos”
Pese a todo, se considerada bendecida y agradecida ya que sostuvo: “Doy gracias a que tuve dos hijos antes de todo esto, yo creo que fui una bendecida a pesar de todo y agradezco siempre por estar viva. Pensás en la muerte de otra manera pero disfruto mucho más de todo y me dedico a vivir controlándome siempre. Yo estaba segura de que iba a pasar por mucho pero que iba a vivir, aunque me pregunté ¿por qué a mi?”.
En ese sentido indicó: “En mi familia dicen que me pasó a mi porque soy fuerte y lo iba a poder sobrellevar, mis hermanas dicen que ellas no iban a poder. No se si será verdad, pero nunca tuve la duda que iba a poder vivir. Para mi mamá fue muy difícil, a veces era yo la que trataba de levantar a mi familia porque yo sabia que no me iba a pasar nada. Aguanté todo”.
Además de los cuidados médicos también rescató que ahora lleva “una vida más saludable con respecto a las comida y actividad física a diario, es muy importante”.
Por último, se refirió a una de las batallas más difícil, mientras peleaba contra su cáncer, que fue la pérdida del cabello. “Eso fue terrible. Ahí ves la enfermedad a la cara, es lo más traumático creo. El doctor me dijo que el pelo no se cae por la enfermedad, se cae por la cura. Traté de verlo de esa manera aunque me costó. El pelo se recupera, una vida no”, subrayó
El cáncer de mama presenta desde hace cuatro décadas perspectivas alentadoras. En este panorama, un rasgo sobresaliente es el aumento sostenido en los índices de supervivencia que alcanzan el 95% cuando es diagnosticado en sus estadios iniciales. Otros de los puntos positivos son la mayor indicación de tratamientos menos invasivos y de cirugías conservadoras. Pero, al mismo tiempo, la contracara de esta tendencia es el crecimiento de los casos en mujeres menores de 40 años, como el caso de Agnel, que tenía sólo 26 y por eso dejó un simple pero vital mensaje a todas: “Siempre hay que controlarse”.
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