A días de cumplirse un año de su arresto, Isaías López le demostró al sistema penal que es fácil ponerlo en crisis aunque sea solo por un tiempo. El joven de unos 30 años intentó hacerse pasar por un albañil de la ciudad de Pergamino y así burlar la investigación que lo sindicó por una serie de robos ocurridos en la ciudad de Gálvez entre 2017 y 2018. Pero como dice el dicho popular, “la mentira dura hasta que la verdad florece”.
A finales de la semana pasada, el fiscal que puso en el banquillo de los acusados al enigmático muchacho, Marcelo Nessier, recibió la prueba que le faltaba para comprobar que López es el hombre que participó de al menos cuatro robos sucedidos en Gálvez.
Es que el Instituto Médico Legal de la ciudad de Rosario notificó al funcionario judicial que la prueba del ADN realizada hace siete meses a López dio un 99,9 de coincidencia con el de su madre. Claramente, el muchacho no era el albañil que dijo ser en más de una oportunidad.
El albañil es Lucas Castañares con residencia en Pergamino, cuyo nombre se autoadjudicó López en más de una oportunidad. Primero lo hizo ante el juez Jorge Pegassano en el marco de la audiencia imputativa cuando el fiscal le atribuyó los cargos. Dos días después hizo lo mismo ante la jueza Sandrá Valenti la cual ordenó que permanezca detenido en prisión preventiva. Por último hizo lo mismo ante el juez de Cámara Roberto Prieu Mántaras, cuando quiso apelar la medida cautelar, pero tras llegar a la sala Nº 6 desistió de recurrir ante el magistrado de segunda instancia.
Desde ese entonces, el enigmático imputado transitó el proceso con dos identidades por lo que debieron extraerle sangre para cotejar su ADN. Debieron hacer esa prueba genética porque la de las huellas dactilares no logró efectuarse porque el muchacho las tenía “ilegibles”, como si hubieran estado “quemadas” por lo que no lo pudieron identificar dactiloscópicamente.
El 30 de mayo del 2018, el fiscal Nessier imputó a López por robo agravado en dos oportunidades (en un caso por escalamiento y por fractura de puerta; y en el otro por escalamiento y por fractura de ventana); tentativo de robo y daño; y encubrimiento agravado (por la habitualidad) y violación de comunicaciones electrónicas.
Sobre López pesan un total de cuatro escruches cometidos en Gálvez. El primero ocurrió el 23 de julio del 2017 en una vivienda ubicada en España al 700. Con audacia el joven trepó paredes de las casas vecinas y finalmente rompió e inutilizó el sistema de alarmas de la vivienda donde sustrajo un arma de fuego, dinero, joyas de oro y una computadora.
Los otros hechos sucedieron el 21 de enero y el 2 de febrero del 2018 en una vivienda de Ituzaingó al 100. En esa oportunidad, el enigmático ingresó y volvió a inutilizar el sistema de alarmas. Allí robó electrodomésticos, valijas y bolsos, perfumes, lentes y una bicicleta.
El último hecho atribuido ocurrió el 10 de diciembre del 2017 en Dr. Coulin al 700, cuando el propietario de una inmobiliaria sufrió la rotura de una ventana y el bandido intentó ingresar y hacer de las suyas.
El caso inició a partir de ocho escruches ocurridos en Gálvez, los cuales tuvieron características similares: por ejemplo los cortes de alarmas, daños de cámaras de vigilancia, entre otros. A partir de allí se inició una pesquisa judicial que tardó alrededor de seis meses en determinar quién era el autor de los robos a las propiedades.
Con el devenir de los meses, un traspié de López abrió el camino a los investigadores para que logren identificarlo. Es que en una de las viviendas robadas, el muchacho olvidó una mochila que en su interior contenía un tique de recarga de teléfono. Con ese dato, la causa solo tuvo que esperar que el teléfono se active para así saber quién era el autor de los robos.
En tanto, los trabajos de inteligencia digital también lograron establecer que el muchacho utilizaba tres identidades. Una era la de Isaías López, la otra de Lucas Castañares, mientras que por Facebook, se hacía llamar Roberto Saavedra.
El 29 de mayo del 2018, cerca de las 7.30, agentes de la Policía de Investigaciones distrito San Jerónimo ingresaron a la vivienda donde residía López con su pareja y lo pusieron en manos de la Justicia provincial. Ese mismo día López se identificó como Castañares, la misma identidad que acreditó ante las autoridades judiciales. Un año después, la ciencia derribó su mentira.
(Por Ignacio Mendoza para UNO Santa Fe)
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