La preocupación es cierta y se demuestra en el más de un centenar de vecinos de los diferentes pueblos de la región que este sábado se dieron cita en La Boca de Monje, allí en la desembocadura del arroyo que pretenden proteger.
Su denuncia tiene que ver con la instalación de una empresa a la vera del curso de agua de uno de los afluentes, el arroyo Carrizales, en jurisdicción de Clarke. La firma ya trabaja en gigantezcos piletones excavados en la tierra para lo que dicen será el tratamiento de residuos de empresas cerealeras del cordón insdustrial.
“Todo lo hicieron a espaldas del pueblo. No hay que bajar los brazos y hacer fuerza, hacernos ver porque es la única manera de frenar esta locura. Sergen es la empresa encargada de abrirle la puerta a las demás empresas para que hagan el chiquero más grande de la región. Es tanta la resistencia a dar información que da mucho que pensar. Hay gente apretada y amenazada en Clarke”, manifestó Ricardo Rafaeli, un vecino de Carrizales que activamente se involucró en esta cruzada.
La reunión se celebró en un espacio cerrado de ese paraje, donde hubo diferentes expositores y oradores que dieron cuenta del estado de situación y de las problemáticas que podría traer la instalación de esta planta. El encuentro contó también con la participación de Cecilia Bianco, encargada del área Tóxicos del Taller Ecologista.
También dijeron presentes los presidentes comunales Pedro Severini, de Monje; Juan José González, de Díaz, y Pedro Tobozo, de Maciel, quienes unánimente apoyaron la lucha de los vecinos y se pusieron a disposición para llevar juntos esta semana el reclamo al jefe comunal de Carrizales, Osvaldo Rezzónico.
“En el Ministerio fueron claros, nos dijeron que ellos no pueden controlar y que pueden firmar y avalar un proyecto pero que el presidente comunal lo puede rechazar. Estamos jugando con los tiempos”, advirtió González.
En tanto, Tobozo expresó de cara a la gente: “Acá hay un responsable que es el Presidente de la comuna de Clarke. Hay que ir a golpearle la puerta. No me importa que me digan piquetero. Estamos muy preocupados”.
Asimismo, Severini deslizó: “Cuando aparece en el pueblo una fuente de trabajo o una empresa tenemos que fijarnos bien de qué se trata. En el año 2011 esta propuesta fue hecha en Monje y abiertamente se le dijo que no, se hizo una ordenanza donde se prohibía rotundamente. Luego se fueron a Maciel. Clarke ha cometido un error muy grande”.
Básicamente, el temor de los jefes comunales de la región y de los vecinos es que no haya control sobre lo que en esas “cavas” se vaya a verter. La cercanía con el arroyo causa sospecha y las respuestas desde Medio Ambiente aún no han logrado convencer a nadie.
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