Los vecinos de Monje y de la región aún recuerdan como una herida lo que fue la demolición de una gran obra arquitectónica y vial. El puente de la Ruta Nacional 11 sobre el Arroyo Monje pasó a la historia sin que nadie pudiera evitar su desaparición. No era igual a ninguno y pasó a ser uno más.
Fue en diciembre de 1997, 21 años atrás, que la empresa cordobesa Michelotti e Hijos se hizo cargo de una obra encargada por Vialidad Nacional: el ensanche de esta conexión entre Maciel y Monje.
Como se trataba de un puente de tipo arco no fue posible su ensanche y el gobierno nacional decidió su demolición manteniendo los estribos y las pilas centrales donde se apoyaría la nueva estructura.
Para esta tarea se procedió a la demolición mediante el uso de explosivos. Se comenzó volando desde el sur hacia el norte tramo por tramo para permitir la limpieza de material y el acondicionamiento de las pilas de apoyo de los estribos y la construcción de los terraplenes.
Se trataba de un puente en arco formado por seis tramos de 26.80 metros de longitud cada uno, apoyado en sus extremos en estribos y en cinco pilas centrales con una longitud total de 160.80 metros. El ancho total era de 6.80 metros, aunque la zona transitable era de apenas 6 metros.
Esta obra llevaba 65 años en el lugar y constituía un monumento para la región. Como primera tarea se procedió a una revisión de los estribos y pilas de apoyo con el fin de verificar su estado. Ambas estructuras no debían ser afectadas por la explosión ya que sobre las mismas se construiría la nueva calzada.
Debido a su antigüedad presentaba algunas fracturas superficiales si bien las mismas no afectaban la estructura general. Mientras duraron los trabajos se construyó un puente alternativo para el paso de los vehículos.
Los trabajos de voladura se realizaron de sur a norte (desde Maciel a Monje) correspondiente el número 1 al tramo más austral, y la secuencia fue de 1 a 4, luego el 6 y por último el 5.
Las explosiones se escucharon claramente en Monje, Maciel, La Boca y Gaboto. Se utilizó gelignita amónica, explosivo de tipo gelatinoso con nitroglicerina, con valor fuerza 80%, velocidad de detonación 6500 m/seg, energía específica 110 Tn/Kg, densidad 1.50 g/cm3, encartuchado en diámetro 22 mm con un largo de 20 cm y un peso de 0.100 Kg cada cartucho.
Además se utilizaron detonadores eléctricos de 25 milisegundos de retardo de sensibilidad normal para darle la secuencia requerida. La cantidad de explosivo usado para cada tramo varió entre 50 y 60 Kg; mientras que para el puente completo se consumieron 320 Kg.
La dispersión de los escombros no fue importante, quedando el material en el lugar, los restos volaron a 15 metros de cada lado, no afectaron las vigas construidas para el nuevo puente y no llegaron hasta las vías del ferrocarril ni a los cables del telégrafo ubicados sobre la margen oeste.
Luego, sobre lo que quedó, se levantó el puente que actualmente se observa al cruzar el Arroyo Monje por la Ruta Nacional 11: Más ancho y ya sin sus esculturales arcos y columnas que le dieron un toque distintivo durante más de seis décadas.