Melina y Jesús se enteraron que iban a ser papás en el mes de enero pero nunca imaginaron que un momento mágico sería transitado en plena pandemia. Agustino llegó al mundo este jueves para cambiar la vida de su familia que superó los obstáculos y miedos. “Somos conexión pura”.
La historia de amor de la joven pareja macielense nació hace años y en este 2020, un deseado embarazo iluminó sus vidas “Nosotros nos enteramos que venía Agustino el 21 de enero, los primeros meses, el momento de contar la noticia a familiares y amigos, estábamos fuera de pandemia como también la primera consulta al obstetra”, contó la flamante mamá a Info Más.
Sin embargo, superando la ficción de cualquier película, la pandemia que invadió al mundo llegó al país en marzo y todo cambió. “Se complicó porque estuvimos en cuarentena total varios meses y no podía compartir, sobre todo el proceso en el que crece la panza que es lo visible, con mis primos que son chiquitos, con mis abuelos y los abuelos de Jesús que son de Oliveros”.
Debido a que viven en otra localidad, los abuelos paternos no pudieron compartir el emocionante proceso y hace de marzo que no están en contacto físico, más allá de que la tecnología los acerca a través de videollamadas. “Ellos nunca me vieron con panza, todavía no vieron a Agustino y con la emoción que lo esperaban, igual que los tíos que son de otros pueblos. A al ser papás primerizos y que uno lo buscó tanto cuando llega lo querés gritar, que te acompañen… estás feliz y los que te rodean sienten eso también”.
Pandemia y trabajo:
Ambos cuentan con trabajos ligados a lo deportivo, (ella profesora de educación física y él, futbolista) y en ese sentido, la pandemia los afectó sobre todo, en los primeros meses de cuarentena. “Nos cortaron las piernas. Cuando me enteré que nos cerraba todo me afectó en lo emocional”, manifestó.
Y agregó: “El no poder trabajar nos asustó a los dos. En el momento que más desear tener el bebé, viene y las otras cosas no se te dan como esperabas, eso fue lo feo, la desesperación de no saber si uno iba a poder abarcar la situación como quería”.
Sin embargo, todo se encaminó hasta la llegada del bebé y contó: “La familia apoyó, las cosas salieron bien, pudimos relajarnos, estar los tres juntos, lo del trabajo se fue acomodando y sobrellevando”.
Hisopado:
En medio de la polémica relacionada sobre diversos efectores de salud en donde se exige a las mujeres embarazas hacerse el hisopado con un elevado costo, la experiencia de la pareja macielense fue muy diferente ya que no tuvieron que someterse a ello.
El Cedor de Rosario fue donde Melina se realizó los controles en los cuales Jesús pudo estar junto a ella y su bebé en todo momento. “Sé de lugares que no dejan entrar a ningún papá y me parece super injusto porque los padres somos dos”, expuso.
En tanto, el parto se produjo en el Sanatorio Italiano. “Estoy super contenta con todo, hay muchas embarazadas con las que estoy en contacto y a todas les cobran el hisopado. Además que no nos corrieron con eso que si lo teníamos que hacer los dos salía 7 mil pesos, te da miedo el dolor, el tener que atravesar otra cuestión que no tenes ganas, eso me parece un abuso. En el Italiano por suerte no pasó eso y la atención fue excelente”, resaltó.
Pujar con barbijo:
Cada etapa fue única y una de ellas, sin dudas, fue el momento del parto. “Fue muy raro pujar con el barbijo y no verle la cara a mi hijo cuando me lo dieron porque entre el cabello y el barbijo no podía verlo. Recién se la vi en la habitación, fue lo único raro o al intentar hablar todos con barbijos no nos entendíamos. Son cuestiones que quedan, anécdotas de risas”.
En el momento del parto, los más afectados fueron los familiares, que no pudieron estar junto a ellos en el Sanatorio. Por su parte, Melina contó: “Nosotros necesitábamos esa tranquilidad de estar los tres juntos solos, reconociéndonos, los olores, la situación nueva, es algo que te cambia al cien por ciento. Estuvimos un día en la clínica y fue espectacular, con mucha paz, volvimos tranquilos a casa y eso fue positivo”.
Así, la pandemia no fue un impedimento para la pareja que transitó el embarazo con alegría ni para el pequeño Agustino que nació a las 7.47 del viernes 25 de septiembre tras un parto natural y pesó 3.150 kg. “Tenía miedo de contagiarnos en los controles, o haciendo mandados, no saber si puede ser perjudicial para el bebé… el miedo se vivió, pero después super tranquilo”.
La vuelta a casa:
Todos están ansiosos por besar al nuevo integrante pero son conscientes de los riesgos, y ese momento tendrá que esperar. “Sabemos que los abuelos, bisabuelos, tíos y amigos están desesperados por besarlo y no se puede”, advirtió la mamá entre risas.
Los abuelos pudieron acercarse a conocerlo en distintos horarios, con babas de amor pero sin besos y con barbijos colocados. “Yo rescato el momento intrafamiliar, Jesús, Agus y yo somos conexón pura. Estamos muy felices, es algo inexplicable como todo el proceso, no se puede creer, emoción pura. Magia es la palabra”.
Pese a todo, la pandemia no opacó ni un gramo la alegría y emoción. “La felicidad es completa porque uno sabe que la familia está, como sea pero está, que el tiempo no se detiene y los momentos después se juntarán multiplicado”, concluyó.
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