En años de trabajo en la construcción, a Ramón nunca le había pasado que los dueños no se acercaran ni un solo día a ver los avances de la obra. Notó muchas cosas extrañas durante el año y medio que le insumió, junto a cinco peones, levantar una moderna casa de dos pisos en Serodino con el frente de color celeste.
Siempre trataba con intermediarios, lo enviaban a distintos domicilios de Capitán Bermúdez a recibir los pagos y un buen día, sin previo aviso, llegaron otros albañiles a construir una pileta. Lo que jamás imaginó fue que terminaría con su propia casa dos veces atacada a balazos por orden de un preso de la cárcel de Piñero, su cliente en las sombras, quien resultó incapaz de soportar una demora en las terminaciones.
El cliente en cuestión es Walter Federico González. Le dicen “El Viejo”, tiene 35 años y una condena a 20 años de prisión por comandar una organización narco con base en el barrio Copello de Capitán Bermúdez, actividad que no se detuvo con su arresto. Quedó envuelto en el escándalo de un penal VIP en la alcaidía de San Lorenzo y tras su traslado a Piñero fue acusado de ordenar tres homicidios ejecutados en los primeros meses de 2019. Este sábado fue imputado en una nueva causa provincial por dirigir una asociación ilícita que, entre otros delitos, concretó dos balaceras al domicilio del constructor y una tercera a la casa de su nuera.
Con él fue acusada como miembro de la organización su pareja Joana Soledad R., de 34 años y procesada en una causa por drogas, quien atiende una tienda de ropa para bebés en Capitán Bermúdez con facturación por dos millones de pesos. Por eso fue acusada además del delito de lavado de activos, en maniobras tales como transferir en pequeños montos 564.700 pesos a una cuenta bancaria para no despertar las alarmas de la Afip. Esa operación fue concretada por la mujer en abril, cuando realizó 90 depósitos sucesivos desde un cajero de San Martín al 1000 de Rosario. El juez Florentino Malaponte dejó en prisión preventiva a González, quien cumple una condena a 20 años, y le dio la libertad a la mujer.
El fiscal Federico Rébola, que integra la unidad de balaceras con Valeria Haurigot y Pablo Socca, acusó a ambos de integrar una organización dedicada a extorsiones, abuso de armas, amenazas y tráfico de estupefacientes con una estructura montada para darle apariencia de legalidad al dinero narco. Se trata, según el fiscal, de una banda dirigida por El Viejo González desde la cárcel, con otras personas ya imputadas como integrantes y en la que Jésica se ocupaba de reconvertir en bienes el dinero del delito.
El incidente que originó esta nueva causa sobre “La banda del Viejo”, como se conoce al grupo, fueron los disparos que el 17 de octubre pasado retumbaron cerca de las 20 en la casa de Ramón en el barrio La Cerámica. El constructor salió sobresaltado y alcanzó a ver un muchacho que subía a un Chevrolet Corsa Classic gris con otros dos ocupantes que se iba en contramano. Un vecino acercó una vaina calibre 11.25. Dos impactos dejaron marcas en el frente, otro atravesó el garaje y otro plomo quedó en el auto de la víctima.
El hombre de 56 años denunció entonces que un año y diez meses antes lo habían contratado para la edificación de una casa en España y Laprida de Serodino. Un hombre que se presentó como Noel lo había llevado en enero de 2018 hasta el lote 1 de esa manzana. Luego de montar el pilar para la luz y realizar la perforación para el agua, Ramón presentó un proyecto para construir una casa de dos pisos por 53.153 dólares. Según la investigación, quien trató con él era Noel González, detenido hace un año en Paraná e imputado por el crimen de Nicolás Brambilla en 2013.
En llamadas telefónicas y mensajes por redes sociales, González se presentó como su cliente y le dio a conocer su malestar. “Me ha llamado siempre amenazándome y apurándome”, contó Ramón. En junio, tras el desembarco de otros albañiles para construir una pileta, el constructor dejó la obra con un 5% de trabajo pendiente y el tono de los llamados de González fue cada vez más fuerte. El preso le exigió que le devolviera el auto y dinero o si no mataría a su familia.
La tarde del 7 de noviembre tocaron timbre en la casa del albañil. Era Sebastián, que había llegado con un acompañante en un Fiat Qubo rojo. Llevaba un arma calzada en la cintura y le acercó un celular al oído. “Devolveme el 408, dame los materiales que faltan o te la voy a hacer re corta: te voy a matar a toda tu familia”, le dijo González desde la cárcel.
Todo quedó registrado en las cámaras que el constructor instaló al blindar y fortificar su casa tras la primera balacera, donde se atrincheró su familia tras requerir custodia. Dos días después, a las 22.55, hubo otra ráfaga de tiros hacia el frente desde un Chevrolet Astra. Dos horas antes habían baleado desde una moto Crypton, a unas cuadras de allí, la casa donde su nuera estaba con su hija de 5 años.
Las amenazas también le llegaron en forma de audios y textos a un hijo de la víctima que estaba preso en otro pabellón de Piñero: “Quiero mi auto, mi casa, mis cosas, la plata. Esta semana te mata cualquiera antes de que salgas, gil”. El viernes le secuestraron un celular a González, en un bolso frente a su celda del pabellón 10, que será peritado. La investigación por lavado de activos, con autos y bienes secuestrados, recién comienza.
La casa de Serodino, de tres dormitorios, portón negro, galería, cercada por un muro y con vidrios blindados, es parte del patrimonio que se investiga.
Fuente: La Capital
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