En 1982, las Islas Malvinas tuvieron en sus tierras a Jorge González, uno de los tantos jóvenes que puso su cuerpo para defenderlas en medio del conflicto bélico. Hoy, 43 años después, el timbuense volvió a ese lugar, contando con la compañía de su hija Maira.
Los planes que la pandemia arruinó se reflotaron en este 2025. Jorge, ex combatiente, junto a otros 4 compañeros veteranos, planificaron el viaje años atrás pero el COVID retrasó la travesía. Finalmente el 8 febrero de este año, integrantes del Centro de Veteranos de Guerra “Combate de San Lorenzo” pisaron nuevamente las Islas Malvinas.
Entre ellos estaba el timbuense quien combatió en puerto Howard. Si bien el viaje era sólo para estar en Puerto Argentino e Isla Soledad, Jorge y su hija se apartaron del grupo para cruzar a la Gran Malvina. “Lo hicimos para poder estar donde combatió mi papá”, contó Maira a Info Más.
“Pudimos llegar a 100 metros de su posición, la cual ocupó en 1982, pero no pudimos avanzar porque hay tejido y está prohibido el ingreso. Es un viaje que no se puede describir con palabras, muchos sentimientos encontrados. Lo más duro de la estadía allá fue visitar el cementerio argentino, fue durísimo”, remarcó.
Padre e hija recorrieron Puerto Argentino, Monte Tumbledown y Monte Longdon. Pudieron observar las cocinas de campaña que usaban durante la guerra, trincheras, pozos, marcas que dejaron los proyectiles y las bombas en la tierra.
En tanto, Jorge subrayó que su experiencia en Gran Malvinas fue “muy emocionante y de muchas sensaciones vividas” y agregó: “Fue como volver casi 43 años atrás por las condiciones climáticas del tiempo, si bien en Puerto Howard cuando llegamos no me podía orientar porque buscaba las posiciones del pueblo y ya no estaban, fueron tapadas y hay caminos nuevos”.
El ex combatiente perteneció a la compañía” B ” del regimiento 5 de Infantería. “Lamentablemente no pudimos llegar porque está restringido ese lugar, pero están todas las posiciones. En Howard vimos un avión en pedazos por todos lados; fue un avión que lo derribó nuestro regimiento. Pudimos sacar fotos, recorrimos todo el pueblo, vimos los galpones de esquila donde estaban los heridos y nuestra compañía bajó dos veces a bañarse y hacer revisación médicas. El pueblo es muy pequeño, de 25 habitantes”.
Para Jorge, su viaje fue saldar una “deuda pendiente”. “Me gustó volver, salió está oportunidad y la aproveché, más acompañado por mi hija. Les diría a quienes quieran volver que no lo duden no se van a arrepentir es una experiencia única e inexplicable y los compañeros con los que viajamos fueron excelente todos. Había dos chicos que les gusta la causa Malvinas y una profesora, nos agradecían por poder compartir el viaje con nosotros”, concluyó tras su histórica travesía.
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