La crisis de la empresa láctea Verónica no solo refleja el derrumbe del sector, sino que ha sumido a cientos de familias santafesinas en un estado de profunda incertidumbre. Más de 700 trabajadores, distribuidos en las plantas de Clason-Totoras, Lehmann, Suardi y centros de distribución, viven hoy sin respuestas claras, con salarios atrasados, producción paralizada y el temor constante de perder su fuente de ingresos.
La situación es especialmente crítica en la planta ubicada sobre la Ruta Nacional 34, entre Clason y Totoras, donde el personal inició una retención de tareas por tiempo indeterminado el pasado sábado. La medida, que no bloquea la operación pero evidencia el malestar creciente, se tomó tras meses de pagos fragmentados, promesas incumplidas y una comunicación casi nula por parte de la empresa.
“Hace años venimos aceptando el pago en cuotas para no perder nuestros puestos de trabajo, pero esto ya es insostenible”, señalaron con angustia los delegados Rodolfo Rodríguez y Sergio Polidoro. “No sabemos qué va a pasar. No podemos alimentar a nuestras familias. Encima dejaron de hacer los aportes a la obra social y a las cuotas alimentarias”, denunciaron.
Según denuncian los trabajadores junto con el gremio Atilra, hasta el sábado pasado sólo habían cobrado el 29,5% del sueldo correspondiente a abril, y este lunes la empresa apenas sumó un 6% adicional. Incluso el mes pasado se completó el pago de marzo recién a fines de abril.
La caída del consumo interno, la falta de insumos y el deterioro financiero de la compañía agravan la situación. La planta, que llegó a procesar un millón de litros diarios, hoy no supera los 80 mil. La deuda con productores y proveedores, sumada al cierre de tambos en la región, golpea directamente el ánimo y la seguridad laboral de los trabajadores.
“La fábrica no está bloqueada. No queremos que se pierda la leche. Pero la situación es desesperante”, insistieron los operarios. La empresa, que solicitó una audiencia en el Ministerio de Trabajo para este miércoles, no ha confirmado cuándo pagará lo adeudado ni ofrecido un plan concreto de regularización.
Mientras tanto, el gremio Atilra intenta amortiguar el golpe con líneas de crédito para los trabajadores, aunque reconocen que se trata de una solución momentánea ante una crisis estructural que mantiene a cientos de familias al borde del abismo.
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