Las historias de patriotismo se replican cada 2 de abril en voces de los ex combatientes que regresaron de las Islas Malvinas tras el conflicto bélico. Una de ellas es la de Jorge Gismondi, un sobreviviente de la clase 62 quien contó lo que vivió durante la guerra y después de ella.
Jorge tiene 56 años, nació en Centeno y actualmente vive en San Genaro. Luego de un acto homenaje en el que participó en la ciudad de Rosario, habló con Info Más y aseguró: “Yo siempre digo que los héroes no somos nosotros sino los que quedaron en Malvinas”.
En medio de una mezcla de sensaciones indicó que hay cosas que no son buenas traer a la memoria aunque junto a ex combatientes intentan mantener vivo el recuerdo de Malvinas. “Los amigos siempre están para los que tuvimos la suerte de volver”, reflejó.
Luego de dos meses de instrucción en el servicio militar, los soldados eran divididos en las diferentes fuerzas: aeronáutica, marina o ejército. “A mi me tocó marina. Particularmente estuve en el portaaviones 25 de Mayo, estuve en la operación Rosario en la cual fue involucrada también el crucero ARA Gral. Belgrano que no corrió con la misma suerte que nosotros y lo hundieron en una zona que no era de conflicto”, contó.
En cuanto a la preparación para afrontar la guerra, aseguró que era mínima. Después de dos meses previos, realizó un curso de 15 a 20 días para trabajar con los aviones. En ese sentido manifestó: “Fue como un curso acelerado, fue algo que había que aprender o aprender”.
La noticia que iban a Malvinas la recibió poco antes de llegar a destino
“Después de eso nos embarcaron y cuando comenzó el conflicto, gran parte de los conscriptos que estábamos a bordo del portaaviones 25 de Mayo que éramos más o menos 1600 personas, nos enteramos que íbamos a Malvinas en plena navegación”, recordó.
“Fue una mezcla de cosas, de pibe quien no miró una película de guerra y para nosotros fue vivir la realidad”, sostuvo al momento de revivir los instantes previos y durante el combate.
En Malvinas
“A bordo del buque había mucho compañerismo. En mi caso estuve en el buque insignia de la Armada prestando operación con los aviones porque desde allí salían gran parte de ellos”.
Si bien no sufrió heridas de combate, revivió los duros momentos. “La ración de comida era una sola vez al día, dormís mal porque eran turnos de cuatro horas para descansar. Sufrimos mucho el frío. Trabajé en cubierta de vuelo manejando armamento para que los aviones salgan equipados”.
“Estuve desde el comienzo hasta casi el final de la guerra cuando nos replegamos”, indicó haciendo alusión al 2 de abril de 1982 hasta junio de ese mismo año.
El peor recuerdo:
Cuando uno de los largos días terminó y llegó la noche, el miedo mayor de apoderó de toda la tripulación que se vio amenazada tras ser detectada por la flota británica.
“De noche y en plena navegación, nos habían detectado la aeronáutica con tres o cuatro aviones, no se en qué momento hemos podido replegarnos y lanzar los aviones de nuestro buque al ataque -Agregó-. Fue un momento muy difícil. Un portaaviones en una guerra es un buque letal para el enemigo ya que su prioridad es derrumbarlo porque es muy importante”.
La ausencia de buenos recuerdos:
“El recuerdo lindo, entre comillas, es cuando terminó la guerra, pero particularmente perdí muchos amigos en el crucero ARA Gral Belgrano. Estando en el puerto amarrábamos el portaaviones delante del ARA Gral Belgrano y habíamos hecho amigos. Volver al puerto y que ese buque no esté es muy triste”, lamentó.
La vuelta a casa:
Los malos recuerdos se repiten una y otra vez, incluso a la hora de hablar sobre el final de la guerra y el regreso a los hogares de los ex combatientes. En el caso de Jorge, aseguró: “Los ex combatientes volvimos de una guerra por la puerta de atrás, ocultos por los gobiernos y la sociedad”.
Aún así, con la vuelta de la democracia, subrayó: “La democracia en si quiso ocultar la dictadura militar y por detrás nos quisieron meter a nosotros también y no tuvimos nada que ver, fuimos civiles que prestamos servicios en las fuerzas armadas. Nosotros juramos defender nuestra bandera y así lo hicimos. Fuimos muy discriminados por la sociedad”.
El recuerdo a las veteranas de guerra:
Más allá de los soldados, Gismondi no dejó pasar la ocasión para nombrar también a las mujeres que participaron de la guerra y que fueron las encargadas de atender a los combatientes.
“No sólo somos los hombres, hay veteranas también, enfermeras que participaron a la par nuestra porque los soldados caían permanentemente heridos y las enfermeras se portaban muy bien y eso cabe destacar, ellas son unas luchadoras. Con algunas de ellas aún hoy tengo contacto”.
La post guerra en la mente de los protagonistas:
Más allá de que Jorge no sufrió graves etapas de sufrimiento emocional y psicológicos tras el combate, subrayó que la post guerra se llevó la vida de muchos soldados que no soportaron los trágicos recuerdos y se quitaron la vida.
“Tengo compañeros que mentalmente veía que la estaban pasando mal, se deprimían, incluso conozco el caso de una persona que se mantiene aislada. Es bueno en reuniones o notas periodísticas decir que nosotros sufrimos la pérdida de 649 héroes pero ya superamos la cantidad de pérdidas en la post guerra”, reconoció.
“Defendí la azul y blanca”
Para cerrar, resaltó la “falta de patriotismo” de algunos sectores políticos que aún hoy, a 37 años, no encuentra en algunos aspectos, sobre todo, de los diversos gobiernos, más allá del reconocimiento que brinda la sociedad.
“Yo veo que a nivel político los gobiernos pasan y es como que la soberanía de malvinas tratamos nosotros de que siga viva, solamente nosotros sentimos lo que hemos vivido. Tirar todo por la borda es muy triste como vemos del lado de lo político, no en algún gobierno en particular pero falta patriotismo que es lo que nosotros pusimos en su momento”, detalló.
“A mi en la escuela primaria me enseñaron a defender la azul y blanca y lo logré”, finalizó Jorge, un héroe de Malvinas que regresó para mantener viva una importante y triste etapa de la historia argentina.
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