Micaela Zelada vive la pandemia desde adentro, la atraviesa día a día y trabaja para hacerle frente. Hace siete meses que no ve a su familia ni a los amigos, una realidad de los que están al pie del cañón desde la primera línea y asegura: “Es muy triste el adentro”.
Tiene 24 años, es macielense y técnica en hemoterapia. Trabaja hace tres años en el Banco de Sangre de Grupo Oroño de la ciudad de Rosario, el cual atiende al Sanatorio de Niños, ICR, maternidad y Sanatorio Parque. Desde el primer día está en el frente de batalla y contó cómo lo vive en diálogo con Info Más.
En primer lugar, no vaciló en asegurar que el miedo es real en ella. “Lo siento cada vez que me voy a cambiar para entrar a la sala de terapia intensiva, ahí empieza la ansiedad y el miedo a la exposición”. Además, reflejó que cuenta con compañeros contagiados, mucamas, enfermeros y médicos. “Prácticamente se está trabajando con la mitad del personal y hay profesionales que cubren más horas por esta situación de que se contagian muchos, aunque la mayoría son síntomas leves”.
La joven realiza jornadas de 6 a 12 horas con turnos rotativos entre la noche y la tarde. “Lo que hago más que nada es transfundir los plasmas para COVID”, indicó y más allá del coronavirus atiende a bebés prematuros, niños con leucemia y hasta pacientes gerontológicos. “Ahora se empezaron a ver casos de niños que fueron internados con coronavirus, es muy triste el adentro, el entrar a la sala de terapia con todos los pacientes intubados, están semanas sin ver a los familiares, a veces pueden tener su celular para comunicarse. Esa imagen es muy triste”.
“Por ahí la gente no toma conciencia porque no lo ve. La situación del país no está como Ecuador que uno veía gente en la calle muriendo pero es duro, si no baja la cantidad de casos no estamos lejos de llegar a una situación de emergencia sanitaria. La gente en este punto está cansada pero la realidad es que la medida de volver de fase es muy acertada porque la cantidad de casos es mayor”.
En ese mismo sentido, y en medio de una manifestación de comerciantes que luchan por abrir sus negocios, dijo que “la gente está dividida” y desde su lugar de personal de salud, agregó: “Es muy difícil pedirles que después de tantos meses de cuarentena estén cerrados porque tienen que trabajar para comer, pagar alquiler, sueldos… es muy difícil verlo objetivamente, la preocupación de la gente por la economía se entiende”.
Siete largos meses sin sus afectos:
Desde finales del mes de febrero Micaela no regresó a su pueblo y su familia tampoco viajó a visitarla. Pero además, en el medio nació su sobrino, que sólo vio el día del nacimiento. “En medio de la pandemia, en mayo, mi hermana tuvo al bebé que nació acá y lo pude ver el primer día porque lo tenía ahí en el sanatorio, después no lo vi más”.
Entre su familia y amigos, sueña sobretodo, en el reencuentro con su mamá, Graciela y sostuvo: “Hablamos por videollamada pero no es lo mismo, se siente la falta de afecto. Ella me dice que gracias a Dios me puede ver la cara sino ya estaría tratando de venirse a Rosario”.
En relación a ella, contó una divertida anécdota rodeada de amor. “Mi mamá no usaba celulares, solo el que manda mensajes y llama. Con todo esto cuando yo le dije que no iba a volver más le mandé un celular y se puso a aprender sólo por la voluntad de verme”, reflejó.
Un virus real:
Por último, como mensaje de quien vive la pandemia en carne propia, resaltó que “es muy importante que la gente se cuide y siga los protocolos”. Para ella, el lavado de manos es primordial. “Desde el día uno que trabajo y no me contagie, yo cada media hora o 20 minutos me lavo las manos”.
El miedo no es aliado, si la prevención. “Si la gente va a un sanatorio no tenga miedo de contagiarse pero veo gente que sale y se prende un cigarrillo sin lavarse las manos, es muy obvio que con esas prácticas se van a contagiar. Hay que ser consciente”.
“Esto es un virus real, no es una mentira del gobierno para que estemos aislados, es real con lo que estamos lidiando y hay que hacer todo lo posible para evitar contagios. Las medidas son duras pero son eficaces. Me canso de ver en redes sociales las fiestas clandestinas, deberían tomar más conciencia, y que los padres tomen conciencia que los hijos no pueden juntarse con los amigos”, resaltó.
Desde Rosario, la joven y valiente profesional, seguirá poniendo sus conocimientos y corazón para combatir el virus. “Mi reconocimiento en general a todos los que trabajan en salud”, concluyó en relación a aquellos que alguna vez, no muy lejana, fueron aplaudidos por la sociedad.
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