Félix José Albelo amaba las montañas y logró, a sus 52 años, llegar a la cumbre del volcán Lanín. Su promesa fue volver y sus hijos lo hicieron realidad: dejaron las cenizas allí luego de un emocionante ascenso.
Anabel vive en Oliveros y junto a su hermano Mariano trazaron su objetivo y lo cumplieron. Recién llegada a Oliveros y aún con el cuerpo castigado por la hazaña, contó los detalles a Info Más.
“A papá le gustaba la contemplación de lo imponente que son las montañas y lo transformaba todo en consejos de vida. Nos decía que la vida era como las montañas, con altos y bajos, hay veces que para subir hay que bajar, y que el que sube sube lento, pero sube. Que todo amerita un esfuerzo”, reveló la mujer de 47 años.
Este fue uno de los motivos que movilizó a los hermanos, pero también la promesa de su padre. “Le gustaba el Lanín pero nunca hizo ninguna actividad referida a esto. A sus 52 años tuvo oportunidad a través de una empresa de ir y subir. Nos parecía una locura porque no tenía preparación física ni nada parecido. No le teníamos fe pero hizo cumbre. A los 63 falleció por cáncer y mucho antes de eso pidió volver”, explicó.
Anabel comenzó hace un año a practicar montañismo y con Mariano empezaron a prepararse para esta aventura. “Fuimos el 26 y el 27, en horas de la mañana, empezamos el ascenso. Éramos 4 y el guía. Tuvimos subidas de 45 grados, el ascenso nos tomó 7 horas. En un sólo día hicimos 2600 metros. Tratamos de observar los paisajes y los lugares donde papá se había sacado fotos. El cuerpo no es nada sin la mente, mientras tengas el objetivo claro el cuerpo responde. Y creo que eso fue lo que llevó a nuestro padre a lograrlo. Al llegar no sentíamos las piernas, pero la cabeza tiraba para adelante. Llegamos a la última base a las 5 de la tarde, es algo inmenso, nunca nos damos el tiempo para poder contemplarnos a nosotros y al mundo, es majestuoso”, describió.
A las 2 de la mañana del día 28, se levantaron para encarar la parte más difícil. “Subimos como por una lengüeta de hielo en un ascenso nocturno, con mucho viento y frío. Hicimos cumbre entre las 7 y las 8 de la mañana. Es un pedazo de hielo que está arriba de todo, parece imposible de lograr. Si descansás un segundo te congelás”, contó la mujer, aún movilizada por la experiencia.
En la cumbre pudieron dejar las cenizas de Félix y así cerrar la historia. “Ahí nos despedimos de papá, Mariano hizo un pequeño orificio en el hielo y cumplimos el sueño de papá de volverlo a llevar. Es el mejor lugar y espero que esté orgulloso”, cerró Anabel.
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