Carla Teglia es de Barrancas, Licenciada en Biotecnología y actual investigadora del CONICET. Junto a un equipo de trabajo el cual lidera, detectó la presencia de contaminantes emergentes en muestras de agua del río Salado y efluentes provenientes de zonas urbanas y rurales en la provincia de Santa Fe.
Carla cuenta con dos títulos obtenidos en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral. Por un lado el de Licenciada en Biotecnología y por otro, Dra. en Ciencias Biológicas. Además, actualmente, es Investigadora Asistente del CONICET y docente en la cátedra de Química Analítica I de la FBCB.
Entre profesionales de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, la Facultad de Veterinaria y de Ingeniería en Química, el equipo, liderado por Carla Teglia, detectó la presencia de contaminantes emergentes en muestras de agua del río Salado y efluentes provenientes de zonas urbanas y rurales en la provincia de Santa Fe. Entre ellas, se tomaron muestras en Barrancas y en Coronda, contó la profesional a Info Más.
Entre las 23 sustancias analizadas, se identificaron y cuantificaron 8 compuestos, entre ellos antibióticos, pesticidas y antiparasitarios. Los antibióticos ciprofloxacina, enrofloxacina y el insecticida clorpirifos-metilo presentaron las concentraciones más altas en el río, encontrándose también proporciones altas del ansiolítico diazepam y el antiparasitario levamisol, mientras que en aguas residuales se hallaron los antiparasitarios albendazol, fenbendazol y el insecticida tiametoxam.
La distribución espacial de estos contaminantes reveló que los niveles más elevados se registraron en áreas cercanas a actividades agropecuarias y urbanas, lo que indica un origen antrópico, reflejaron desde la Universidad Nacional del Litoral. La investigación destaca la importancia de monitorear estos compuestos por su impacto en el ecosistema y la calidad del agua.
LA INVESTIGACIÓN:
Teglia reflejó que se tomaron muestras de agua del Rio Salado y sus afluentes durante tres años seguidos para determinar compuestos activos de uso veterinario y pesticidas. “Encontramos en la mayoría de las aguas concentraciones de diferentes compuestos y fuimos un paso más. Quisimos ver que pasaba si nosotros a estas muestras las exponíamos a la flora y a la fauna y descubrimos que ciertos compuestos eran muy peligrosos o generaban mortandad para ciertas especies, como por ejemplo los peces”, reveló.
“Justo se dio que nosotros las muestras las tomamos cuando se dio una gran mortandad de peces en el 2020 y sumamos una información a la que ya estaba hecha por la universidad con respecto a por qué podría haber sido esa mortandad. Fuimos un paso más, qué pasa si yo a esa agua de rio la tomo, la consumo a nivel humano y descubrimos cual efecto y cuanta es la concentración que puede llegar a tener en personas de diferentes edades ese consumo. Es importante saber que efectos nocivos pueden llegar a tener a nivel humano los compuestos que encontramos. Son compuestos que no tienen que estar en el rio, son veterinarios o pesticidas”, explicó.
El paso siguiente de la investigación es ver que pasa si en verdad lo encontramos en el consumo humano. “Es decir, saber si yo abro la canilla los estoy encontrando. Eso es algo que todavía no sabemos y vamos a intentar investigar para tratar de cerrar el tema y definir si es es o no inocua el agua que estoy tomando”, remarcó.
Por último, hizo mención a los investigadores de distintas profesiones que forman parte de los estudios. “Lo importante de hacer una interrelación es que cada uno aportó la información necesaria para poder llegar a concluir sobre los resultados obtenidos”, concluyó
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