Un proyecto inclusivo involucra a niños, adultos y diversas instituciones para diseñar una vereda soñada en la Escuela Especial Nº 2.085. La institución recibe a niños, niñas y adolescentes desde la primera infancia hasta los 21 años. Además, en sus instalaciones funciona a contraturno el Centro de Educación Agrícola (CEA), donde se desarrollan talleres de formación para adultos, en huertas, artísticas y cocina.
El edificio está ubicado entre el bulevar Belgrano y la avenida Maipú, dos calles importantes y muy transitadas de la ciudad. Anclado en un amplio espacio verde, cuenta con una vereda de unos 70 metros de largo por 8 de ancho, un lugar intermedio entre la institución y la calle, y un espacio público que hoy les plantea el desafío de pensar comunitariamente cómo lo quieren habitar.
“Fuimos a la Municipalidad, hablamos con el funcionario de espacios públicos y le dijimos: estamos pensando en hacer la vereda de la escuela, pero no una vereda común, sino una vereda que tenga otras cosas. Antes de hacerla queremos preguntarle como les gustaría que sea a nuestros alumnos, nuestras maestras, a los padres, los vecinos, a los chicos y adolescentes del barrio, y a las otras instituciones de la ciudad”, contó a La Capital Claudia Del Balzo, directora de la Escuela Especial Nº 2.085.
A comienzos de este año llamaron a un arquitecto de la Municipalidad para comenzar a trabajar en la accesibilidad del espacio, porque solo hay una rampa para autos y la vereda es inaccesible para los niños que van a la escuela, algunos con sillas de ruedas, y para cualquiera que tenga alguna dificultad en la movilidad. “El tema es que no lo habíamos visto, no habíamos reparado en ello”, dice Claudia con pesar.
Afortunadamente, cuentan con el financiamiento para hacer la vereda que la escuela necesita. Los fondos del FAE (Fondo de Asistencia Educativa) y el aporte del municipio, contribuirán en la concreción del proyecto. Lo que falta ahora es que toda la ciudad de Totoras se ponga a imaginar como sería la vereda de sus sueños.
“Esta vereda tiene que ser pensada por cualquiera y por todos, porque sino uno cree que esta tarea solo le corresponde a los profesionales y no es lo que queremos”, dice Claudia, que con la “excusa” de la vereda, convocó a todas las instituciones de Totoras para proponerles pensarse en una ciudad más inclusiva. “Nosotros atravesamos todos los niveles y modalidades del sistema educativo, por eso tenemos un ejercicio de trabajar con otras instituciones en esto de pensar un proyecto pedagógico inclusivo. Esta práctica que tenemos nos facilita convocar a los otros. Porque creemos que todos pueden aportar al aprendizaje”, señala la docente.
La convocatoria fue un éxito, porque entre las instituciones que aceptaron el desafío de participar se sumó el Museo de la Ciudad, que con amplia llegada a todos los totorenses comenzó a traccionar fuertemente el proyecto al que denominaron “La vereda de tus sueños”. Hoy la vereda de la escuela especial no es indiferente para nadie, como tampoco lo son el resto de las veredas de la ciudad.
Lo que trajo la pandemia
Con el atravesamiento de la pandemia, desde la escuela se generaron espacios para acompañar a los estudiantes y también para repensar las prácticas docentes. “Analizamos qué veníamos haciendo, qué prácticas queríamos continuar y cuáles teníamos que ir dejando. Me refiero a las prácticas que tienen que ver con lo que creemos que es incluir y con recordar que cada uno tiene su tiempo para aprender”, dice Claudia.
La directora cuenta con orgullo que los docentes están haciendo un trabajo intenso con sus alumnos propiciando la participación de todos, y que siguiendo los lineamientos del Ministerio de Educación trabajan fuertemente en reforzar el vínculo pedagógico, cuando es posible desde la virtualidad pero también desde lo presencial.
La propuesta de pensar cómo les gustaría que sea la vereda de la escuela también va en ese sentido. “Tenemos una gran necesidad de pensarnos en otra escuela posible”, dice Claudia y aclara que para ello las ideas de los alumnos y sus familias son vitales. Con el propósito de reforzar el vínculo con los chicos y convocarlos a pensar la escuela, se hizo una compra importante de materiales de librería que las maestras acercaron a la casa de cada alumno, para que con sus familias y el acompañamiento de cada docente, hagan saber sus propuestas sobre la vereda soñada.
Desde entonces, los alumnos y alumnas de la escuela especial se expresan con dibujos y relatos. “Los docentes también están sumando sus ideas sobre como imaginan la vereda, a través de sus experiencias, sus prácticas y sus deseos”, cuenta Claudia, que también manifiesta su alegría por la repercusión que está teniendo la convocatoria lanzada por el Museo de la Ciudad, que está logrando la participación de todos los totorenses.
Claudia entiende la inclusión como una construcción política y social. Dice que hay que hacerla, que no está dada, por eso desde la conducción de la escuela especial trabaja en ese sentido y señala que la vuelta a la escuela también tiene que ser pensada con otros: “Hoy estamos en la búsqueda de consensos, de escuchar las ideas y los aportes de todos sobre cómo volver a la escuela, especialmente porque queremos recibirlos de la mejor manera”.
Cómo diseñar una vereda
Las ideas empiezan a llegar de a montones y en pleno proceso de convocatoria la docente reafirma la necesidad de que la escuela se piense con todos. “Pensamos en una vereda que sea un aula a cielo abierto, una aula donde todos y cualquiera pueda aportar al hacer escuela y pensar el espacio con otres. Un lugar de aprendizaje. Eso, una vereda que sea un verdadero dispositivo de aprendizaje donde cualquiera pueda encontrar aquello que alguna vez tuvo ganas”, dice.
Cuando se le pregunta sobre las ideas recepcionadas, brotan del relato de Claudia un manojo de deseos para todos los gustos y de todos los tamaños: “La gente del CEA quieren hacer huertas comunitarias y poner frutales, porque ¿a quién no le gusta comerse una mandarina en invierno? Uno de mis alumnos me dijo que le gustaría ver las estrellas desde acá, asi que también se puede hacer un observatorio porque el lugar es ideal”.
Las expresiones de sus alumnos la movilizan especialmente. Claudia cuenta la historia de Viki, una niña que va a 2º grado de la escuela común y algunos días a la especial. Ella actualmente se traslada con un andador porque tiene algunas dificultades en la movilidad. Viki por su parte, propuso que le gustaría que en ese espacio haya un tren con un carrito para dar vueltas por la vereda.
Alumnos de Totoras imaginan como les gustaría las veredas
También hicieron sus propuestas sus siete alumnos del paraje Larguía, una zona rural, con una escuelita y pocas casas humildes de trabajadores rurales. “Cuando las maestras les llevaron las pinturitas y la consigna de imaginar la vereda, ellos se acordaron de la promesa que les habían hecho una vez de tener un parque en Larguía. La promesa no fue cumplida, por eso la propuesta de los chicos es que hagan un parque para jugar, asi que van a trabajar con sus maestras sobre esa idea”.
Mientras tanto, el Museo de la Ciudad de Totoras está jugando un rol clave alentando a los chicos y chicas a hacerse escuchar. Laura Accetta, su directora, ratifica que se sumó a la propuesta de la escuela porque lo que le interesa es la participación comunitaria, y cuenta: “Salimos a alentar esta convocatoria para que los niños y niñas a través de dibujos o pequeños relatos puedan expresar cómo es la vereda de sus sueños, que les gustaría encontrarse en ellas. Si bien el proyecto surgió para pensar la vereda de la escuela, dejamos que la convocatoria se abra a todas las veredas de la ciudad”. Por ese motivo, las ideas que van llegando al museo trascienden el espacio de la escuela especial y se apropian de todas las veredas de Totoras. En las expresiones de los niños y niñas hay un común denominador: muchos colores y flores, frutas, hamacas, toboganes, juegos, aviones y pinos decorados.
Los chicos y las chicas se sumaron a contar cómo es la vereda de sus sueños.
Los chicos y las chicas se sumaron a contar cómo es la vereda de sus sueños.
“Me gustaría que media parte de la vereda sea un campito de flores y quede una parte para andar en bici y jugar.”, dice Mora de 7 años. “En mi vereda hay un tesoro, pero tiene la llave puesta así cualquiera puede abrirlo”, dice Ian de 5 años. Juana por su parte, imagina una vereda con árboles y plantas de frutas para jugar a hacer ensaladas de frutas. Los más grandes, como Alvaro de 18 años, propone que la vereda tenga una cancha, con bancos, wi fi gratis y agentes de tránsito que ordenen y cuiden a los ciudadanos. La señorita Sabi dice que “en la vereda debería haber rinconcitos dónde una abuela te cuente historias mágicas con olor a abuela”
Escuchando a los chicos y las chicas Claudia reafirma una convicción que dice tener: “La educación es creer en otras cosas posibles y saber que también pueden ocurrir”.
Al director de Obras Públicas de la Municipalidad de Totoras le pareció interesante la idea y les pidió que lleven un dibujo. “Así que el arquitecto que contratamos va a tener que dibujar las ideas de todes”, dice Claudia. En poco tiempo el funcionario podrá ver cómo resultó este proceso de generar una ciudad inclusiva, simplemente preguntándole a la gente cómo quiere vivir, señala la docente. “Las ideas —apunta Claudia— están llegando, luego tendremos que dibujarlas a todas y después, por qué no, haremos puentes entre veredas de escuelas”.
Fuente: La Capital
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